La programación neuro-lingüística ( PNL ) nos enseña que el territorio es la realidad externa que nos envuelve. Es lo que es, es algo objetivo e independiente. En cambio, el mapa es una representación del territorio. Un mapa no es el territorio que representa, del mismo modo que una palabra no es el objeto que representa.
Llevándolo al plano individual, los mapas mentales son tus representaciones, tu forma de ver y experimentar la realidad y va depende de tus sentidos (el olfato, la vista, el oido, el tacto y el gusto), de tus creencias, de tus valores y principios, de tus recuerdos, de tus patrones culturales y sociales. Todos ellos son tus filtros. Esos filtros te hacen diferente del resto de personas. Se disparan, consciente e inconscientemente, cada vez que tienes una experiencia, del tipo que sea.
Territorio = objetivo
Mapa = subjetivo
Durante la terapia, vamos ir aprendiendo este concepto y como lo podemos ir aplicando a nuestras vidas, ya que el mapa, nunca abarca la representación exacta del territorio, es parcial y siempre hay un resto. El no saber o ser conscientes esta pequeña o gran diferencia entre el mapa y el territorio hace que defendamos puntos de vista, opiniones y nos alejemos más aun de la realidad (el territorio).
Esto nos invita a pensar que muchas veces es absurdo discutir o pelear para ver quién tiene la razón. Existen múltiples verdades y cada uno tiene su propia verdad o su propio mapa mental.
La imagen nos invita a pensar como ambos señores tienen razón, las verdades no son únicas y absolutas, ni en historia ni en nuestra vida cotidiana.
Manejar este concepto, nos permite vivir mas armónicamente con nosotros mismo y lo demás, aprendiendo que no hay buenos o malos mapas, ni correcto o incorrectos sino más o menos útiles. Cuanto más rico sea nuestro mapa, más opciones disponibles tendremos y más probabilidad de conseguir nuestros retos y objetivos tendremos.