De repente, pareciera que la alegría es el ingrediente fundamental para esta etapa del año. Como psicólogos, entendemos que esto no es siempre así: por el contrario, muchas veces las emociones son contradictorias.
En cierta forma, todo aquello que gira en torno a las fiestas de fin de año (ya sea Navidad o Año Nuevo), no hace más que decirnos que debemos sumarnos a ese espíritu de celebración. La pregunta es, ¿lo vivimos realmente así? La realidad es que no: a fin de año es cuando se registra una mayor tasa de depresión, ansiedad y brotes psicóticos.
¿Por qué sucede esto? ¿Cómo puedo hacer para enfrentar esos momentos de tristeza, de ansiedad? Seguí leyendo.
El riesgo de hacer balances a fin de año
Una de las cosas que más solemos hacer durante esta época, son los balances. ¿Realmente sirven? En cierta forma sí, pero la realidad es que la mayoría de las veces nos centramos en las cuestiones negativas (lo que no logramos, lo que dejamos de hacer), y todo esto puede generarnos algunos problemas de salud.
Adriana Alonso, psicocardióloga de la Fundación Cardiológica Argentina menciona que “los balances sirven en la medida en que uno pueda comprender que no tiene sentido usar esas cosas que no se lograron para castigarnos, pero sí pueden servir como disparadores para volver a replantearse el objetivo que se quiere lograr. Si uno sólo se queda con lo que no logró, puede aparecer mucha ansiedad, angustia y estrés, que es la presión que sentimos cuando estamos con la alarma encendida. Puede aparecer también lo que se conoce como ‘depresión de fiestas’”. Por ejemplo, si el año pasado me planteé bajar de peso y no lo logré, quizá este sea el momento de buscar ayuda profesional para hacerlo.
Lo importante es tomar todos los hechos negativos y tratar de encontrarle el aspecto positivo. Es decir: pensar en cómo estamos, por qué llegamos a estar así, y qué podemos hacer para cambiarlo o mejorar. También, reflexionar acerca de cómo interpretamos las situaciones, y distinguir aquellos casos en que quizá nuestra predisposición negativa influye en el modo de ver las cosas.
Por otra parte, es importante centrarse en los detalles positivos, por más pequeños que sean. Esto factores son fundamentales para aumentar nuestra confianza y autoestima.
Si bien hay situaciones que están fuera de nuestro alcance y que indefectiblemente nos afectan, el bienestar también se construye. Hay cosas que podemos hacer y que nos ayudarán a estar mejor: plantarnos de manera más positiva frente a la vida, ponernos metas que realmente podamos alcanzar y cuidar nuestras relaciones sociales; son sólo algunas cuestiones que nos ayudarán a cerrar de mejor manera el año.
Las ausencias, otro motivo de angustia
El motivo de la ausencia no necesariamente debe estar ligado con el fallecimiento de esa persona. También, sufrimos cuando nuestros hijos no están porque festejan en otro lugar, cuando cierta persona está ausente porque debió mudarse, o cuando nuestra pareja no está porque nos separamos; entre otros tantos ejemplos.
Cuando nos encontramos rodeados de personas que están celebrando, en un entorno de “alegría”; las ausencias se hacen aún más visibles. A su vez, todo esto puede llevar a que nos sintamos tristes y en soledad.
La realidad es que fin de año no tiene por qué ser un momento de felicidad plena. Es importante que nos permitamos extrañar a ese ser querido que no está con nosotros. La vida no está llena de momentos felices. Aceptarlo, y permitirnos sentirlo, es una parte sana y esencial en el proceso de duelo.
Consejos para afrontar fin de año de manera saludable
- Desligarnos de aquellas obligaciones innecesarias que nos imponemos. Que tenemos que saludar a todos, comprar regalos a mansalva, hacer esto u aquello, que “quedamos mal” si no lo hacemos… La realidad es que lo que hacemos, lo debemos hacer porque queremos. De ningún modo esto se tiene que transformar en una obligación.
- Enfocarnos en aquello que nos genera felicidad. No todos experimentan la felicidad de la misma manera: algunos la encuentran en un regalo, otros en una cena, o en una salida con amigos. Incluso, hay quienes son felices trabajando y se angustian cuando están de vacaciones. Todo es válido, siempre y cuando no perjudique nuestra salud, ya sea mental o física.
- ¡No siempre podemos cumplir con todo! A fin de año llueven los planes. La gente del trabajo, los compañeros de la facultad y del colegio, la familia: todos quieren reunirse. Pese a que hay personas que lo disfrutan, hay quienes también lo sienten como una carga. Por ello, es importante aprender a decir que no, y priorizar sólo aquello que realmente tengamos ganas de hacer.
- Lo que no hicimos en el año, no lo vamos a poder hacer en el último mes. Es importante aprender a cerrar las etapas poniendo objetivos realistas. Nadie llega a fin de año sin problemas, teniendo un millón de amigos, un millón de dólares, con los abdominales marcados, y pareja nueva. Seguramente, en algo “fallaremos”.. Esto es así porque somos humanos, y porque nunca nadie está exceptuado de sufrir las desavenencias de la vida.
- Permitirnos sentir. No todo debe estar inundado de alegría. Por más que en la tele, en la radio y en los diarios, nos bombardeen e intenten imponernos esa idea; las emociones negativas también aparecen en esta época, y ello no tiene nada de malo.