Esto se da cuando los adultos comienzan a notar ciertas dificultades en sus hijos, ya sea que las mismas se presenten en el ámbito familiar o porque las maestras les indican que el niño muestra conductas impulsivas, dificultades atencionales o de lecto-escritura.
Sin embargo, muchas veces se tiende a desconocer de qué se trata una evaluación neurocognitiva o neuropsicológica y cuáles son sus objetivos. Continúa leyendo y enterate de qué se trata.
Los niños y la evaluación neurocognitiva
La evaluación neurocognitiva es una herramienta de la Neuropsicología que ayuda a conocer el perfil cognitivo general del niño. Ayuda a identificar aquellas áreas que se encuentran por debajo de lo esperado, como así también descubre las potencialidades del mismo. Éstas serán claves en su tratamiento.
Mediante una evaluación neurocognitiva se evalúan diferentes procesos neuropsicológicos entre los que se pueden mencionar:
- Las habilidades construccionales
- El nivel de inteligencia
- La motricidad
- La memoria (codificación y evocación)
- El lenguaje
- La lectura y escritura
- La aritmética
- La atención
- Las habilidades espaciales
- Las funciones ejecutivas
El objetivo central de la evaluación neurocognitiva infantil es comprender de qué manera las funciones neurocognitivas están afectadas por patologías neurológicas en un cerebro que se encuentra en desarrollo. Además, ayuda a identificar el nivel y la calidad de las funciones que se encuentran conservadas.
De igual forma, permite descartar verdaderos trastornos de sintomatologías que podrían estar más asociadas a una base emocional o a inadecuados límites en el ámbito familiar.
Dicha evaluación generalmente es solicitada por un médico (pediatra, neurólogo, psiquiatra), psicólogo, maestro o pedagogo. Además del niño que será evaluado, es fundamental el rol de la familia como informante en dicho proceso.
Etapas de la evaluación neurocognitiva en niños
La evaluación neuropsicológica infantil implica diferentes etapas, entre las que se pueden mencionar:
Primera etapa
Incluye la obtención de la historia clínica del niño. Estos datos son obtenidos a través de una entrevista exhaustiva con los padres del menor. Se debe precisar y definir el motivo de la consulta:
- la historia académica
- la historia médica personal y familiar
- la descripción de la personalidad
- estilo de conducta del niño manifestado tanto en el ámbito escolar como familiar
Segunda etapa
En esta etapa se aplican las pruebas que conforman la evaluación propiamente dicha. Aquí resulta esencial establecer una relación positiva con el niño ya que se trabaja directamente con el menor. Se observa tanto su desempeño en las pruebas seleccionadas como su comportamiento en el consultorio.
Su desempeño va a estar, en consecuencia, afectado por variables de maduración y de desarrollo. Por esto, los instrumentos clínicos que se utilizan dentro de la neuropsicología infantil deben ser flexibles y acordes con la etapa de desarrollo en la que se encuentra el menor.
Tercera etapa
Esta última etapa está marcada por el análisis de los resultados, obteniendo un perfil de ejecución del niño en las diversas pruebas seleccionadas.
De esta manera, se establece en qué nivel se encuentran sus diversas funciones cognitivas. Se delimitan aquellas funciones neuropsicológicas deficitarias en contraposición a aquellas que aparecen conservadas o normales.
Luego de este análisis detallado, el profesional redactará un informe en el cual buscará plasmar toda la información obtenida, realizando una clara devolución y entrega a los familiares. Incluirá recomendaciones adecuadas en cuanto a las derivaciones que se consideren necesarias. También indicará pautas de tratamiento y seguimiento conforme resulte necesario.
Diferencias entre la evaluación neurocognitiva en niños y adultos
La evaluación neuropsicológica infantil deriva primordialmente de la investigación neuropsicológica en adultos. Por esto, en ocasiones, la generalización sobre técnicas diagnósticas aplicadas a niños no ha sido totalmente exacta.
Una de las razones de la ocurrencia de estos errores de generalización se debe al hecho de que la relación cerebro-conducta en un adulto no es la misma que en un niño. Existen algunas diferencias que merecen ser mencionadas.
En primer lugar, el niño posee un cerebro en desarrollo, es decir, en proceso de adquisición de conocimientos y habilidades. Como consecuencia, el perfil resultante de la evaluación neurocognitiva durante la niñez varía considerablemente a través del tiempo y se espera generalmente una correlación positiva entre la edad y el puntaje obtenido en una prueba neuropsicológica.
En la adultez, por el contrario, el perfil obtenido en la evaluación neuropsicológica presenta mayor estabilidad y, por ende, se encuentra menos afectado por la edad del paciente. Sin embargo, en grupos de edad avanzada (mayores de 65 años) se vuelve a encontrar esta variabilidad de puntajes asociada con la edad.
Por otra parte, en el niño, el diagnóstico diferencial entre procesos neuropsicológicos adquiridos versus procesos neuropsicológicos de desarrollo adquiere gran relevancia. Los problemas de aprendizaje tales como las dislexias, disgrafías, discalculia, al igual que los problemas de desarrollo del lenguaje, constituyen un capítulo amplio dentro de la neuropsicología infantil.
Otra diferencia entre la evaluación neurocognitiva en adultos y niños estaría centrada en la capacidad de rehabilitación espontánea. El cerebro infantil es mucho más plástico y en consecuencia la recuperación observada es significativamente mayor en niños que en adultos.
La evaluación neurocognitiva se adecua a cada caso particular
Es importante resaltar que no hay dos pacientes iguales. Cada niño ha de considerarse como un universo particular. Por ello toda evaluación neuropsicológica debe ser flexible y adecuarse a cada caso clínico.
En este sentido, es de suma importancia que el profesional se guíe de los resultados que el niño obtuvo en las diversas pruebas seleccionadas, como así también en la actitud y modo de ejecución que ha manifestado a lo largo del proceso valorativo.
Por otro lado, la familia es un recurso fundamental. La información que aportan los familiares del paciente amplía el contexto informativo que el profesional puede obtener del rendimiento que el niño evidencia en el espacio del consultorio.