¿Qué son los mecanismos de defensa?

Mecanismos de defensa - Hombre estresado en el trabajo

Cuando no nos eligen para un trabajo que realmente deseábamos. Cuando estamos en un lugar en el que no no nos sentimos cómodos. Una pelea estresante con nuestra pareja… Todos experimentamos situaciones negativas en la vida, es inevitable. De hecho, podemos aprender muchísimo de nosotros cuando reflexionamos sobre cómo nos comportamos en momentos difíciles: mientras que algunos se comunican abiertamente y trabajan para salir de la situación, otros recurren a mecanismos de defensa para sentirse mejor y evitar sentimientos dolorosos.

Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas que la persona utiliza inconscientemente para protegerse de la ansiedad que producen ciertos pensamientos y sentimientos.

El concepto deriva del psicoanálisis, el cual establece que existen “fuerzas” en la mente que se oponen y luchan constantemente contra la misma persona. El término fue utilizado por primera vez por Sigmund Freud en el año 1894.

En este artículo, te explicamos de qué se tratan los mecanismos de defensa y para qué los utilizamos. Además, desarrollamos aquellos que utilizamos más frecuentemente.

 

¿Para qué utilizamos los mecanismos de defensa?

Principalmente, para protegernos de distintas emociones y sentimientos, como la ansiedad y la culpa, que surgen cuando nos sentimos amenazados; o porque nuestra moral (entendida por Freud como el “superego”), se vuelve demasiado demandante.

Los mecanismos de defensa operan de manera inconsciente, y nos ayudan a protegernos de las emociones no placenteras. Pero también, hacen que las emociones positivas sean experimentadas de mejor manera por el individuo.

Para muchos de nosotros, cualquier situación poco certera puede desencadenar estos mecanismos. A veces pueden ser útiles: nos ayuda a evitar lidiar o hacer algo que pueda dañarnos. Por lo menos, a corto plazo, nos mantienen a salvo. 

Sin embargo, a largo plazo el efecto de estos mecanismos pueden generar el efecto totalmente contrario. Tal como establece Freud, los mecanismos de defensa son procesos naturales y de uso cotidiano. Sin embargo, cuando comienzan a utilizarse de manera desproporcionada (por ejemplo, con frecuencia); pueden desarrollarse algunas neurosis o problemas de salud mental, como estados de ansiedad, fobias y obsesiones.

 

¿Cuáles son los mecanismos de defensa que utilizamos más frecuentemente?

Los mecanismos de defensa pueden clasificarse en primarios o secundarios de acuerdo al momento en que se desarrollan en el ser humano. Algunos de los descriptos por el psicoanálisis son los siguientes:

 

Primarios

Negación

Se trata de uno de los mecanismos de defensa más comunes. Cuando una situación se vuelve demasiado complicada de manejar, muchas veces nos negamos a experimentarlas. Al negar la realidad, nos protegemos de tener que enfrentarla y lidiar con las consecuencias poco placenteras que produce; además del dolor que suele acompañar a la aceptación.

Si una persona dice “sólo soy un bebedor social”, en lugar de lidiar con el serio problema de alcoholismo, o alguien afirma que “todas las parejas siempre van perdiendo el amor”, en vez de enfrentar los problemas de pareja; están utilizando la negación como mecanismos de defensa.

Si bien esto puede traer alivio a corto plazo, en el largo plazo puede negarnos la posibilidad de hacer cambios positivos en nuestra vida.

Proyección

La proyección es uno de los mecanismos que pueden aparecer en ocasiones cuando la persona se encuentra “como pez fuera del agua”. 

Un ejemplo: Estamos en una reunión, interactuando con un grupo de extraños, y todavía no logramos conectar con nadie. Nos sentimos incómodos, y un poco ansiosos. De repente, empezamos a creer que los demás nos están juzgando de una manera injusta. Pese a que no dijeron ni hicieron nada negativo, nuestra inseguridad hace que proyectemos nuestros propios sentimientos hacia los demás.

La mayoría de nosotros hemos estado en una situación en la que proyectamos nuestros sentimientos, defectos o impulsos hacia los demás. El motivo por el que lo hacemos es porque reconocer esa característica en nosotros mismos nos causaría dolor y sufrimiento. En cambio, culpamos eventos y personas externas por lo que sentimos.

Tal como sucede con otros mecanismos de defensa, la proyección puede resultar positiva en algunas ocasiones; como cuando proyectamos sentimientos de amor, confianza y preocupación por los demás. Sin embargo, cuando proyectamos de manera negativa, sólo logramos aumentar el estrés y la ansiedad, y evita que podamos lidiar con nuestras emociones. 

Secundarios

Mecanismos de defensa - Mujer preparandose para correr
Sublimación

La sublimación ocurre cuando la persona transforma las emociones conflictivas en salidas productivas. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando tuviste un día estresante en el trabajo, por lo que salís a correr para tranquilizarte. 

Se trata de un mecanismo positivo cuando es utilizado para manejar situaciones en los que realmente no podemos hacer nada. Sin embargo, cuando se lo utiliza rutinariamente para evitar enfrentar un problema que debe ser resuelto para avanzar; puede tener repercusiones negativas.

Represión

Cuando se habla sobre los mecanismos de defensa, existe una fina línea entre la negación y la represión. Mientras que la primera involucra un rechazo total a aceptar una realidad dada, la represión implica olvidar por completo la experiencia.

Con este mecanismo de defensa, la mente toma la decisión de enterrar por completo esa experiencia en nuestro subconsciente, evitando de ese modo que los pensamientos dolorosos, perturbadores o peligrosos entren en la conciencia.

Esto es lo que ocurre a menudo en casos de abuso infantil u otro tipo de experiencias traumáticas padecidas durante la niñez. 

La represión puede servir a corto plazo, pero si eventualmente la experiencia no se procesa; puede traer grandes consecuencias para la persona.

Regresión

En épocas de estrés, puede ocurrir que una persona se comporte de manera más infantil. Se trata de la “regresión”: ésta hace que la persona vuelva a un estadío de desarrollo más temprano y menos demandante; lo que nos protege de confrontar la situación real.

Imaginá, por ejemplo, que has tenido una pelea con un compañero de trabajo. En lugar de utilizar herramientas de resolución de conflicto, te das media vuelta, golpeás la puerta, y le das la espalda a tu compañero.

El problema con la regresión es que la persona, con el tiempo, el comportamiento puede traer aparejado consecuencias negativas. Por ejemplo, en una pareja, si usamos constantemente la regresión en lugar de la comunicación, nunca vamos a ser capaces de solucionar los conflictos.

Formación reactiva

Cuando una persona utiliza este mecanismo de defensa, va más allá de la negación y se comporta de manera totalmente opuesta a lo que siente y piensa. Por lo general, la formación reactiva se manifiesta con una exhibición verbal o comportamental.

Por ejemplo, una persona que predica abiertamente su odio y fobia por la homosexualidad, puede hacerlo como forma de defensa para no asumir sus propios sentimientos homosexuales. Cuando insulta o agrede a un homosexual, la persona está tratando de quitarse presión para no lidiar con la situación.

Racionalización

En palabras simples, la racionalización ocurre cuando una persona trata de explicar el motivo de su mal comportamiento. Por ejemplo: tuviste una reacción desproporcionada en frente de alguien a quien apreciás. Para justificar tu comportamiento, culpás a alguien más por provocarte. Incluso si eso es cierto, no es la razón real de tu arrebato: es una excusa.

La racionalización es una de los mecanismos de defensa más comunes para aquellas personas con egos más “sensibles”. En la mayoría de los casos, no ayuda a quitar la culpa ni justificar el comportamiento. Por el contrario, ocurre lo contrario: quienes te rodean terminarán por tratarte de infantil o egoísta, al ver que no podés responsabilizarte por tus propios errores.

 

¿Por qué los mecanismos de defensa en ocasiones nos retienen?

Incluso el uso más saludable de los mecanismos de defensa pueden contenernos de alcanzar nuestras metas. ¿Por qué? Porque todos, de alguna manera, impiden que enfrentemos la realidad. Para vivir saludablemente es importante que seamos honestos con nosotros mismos, y nos hagamos responsables de nuestras emociones. Al usar un mecanismo de defensa, en vez de confrontar cómo nos sentimos realmente, no estamos tomando ninguna decisión para cambiar. 

El primer paso para cambiar los mecanismos de defensa es aceptar que los estamos usando. Una vez que identificamos el modo en que estamos lidiando con el estrés y las situaciones negativas; es más fácil cambiar la forma de actuar. Con el tiempo, será más fácil manejar los problemas de manera directa y saludable.

 

 

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