Violencia sexual: un tema para reflexionar

De acuerdo a la OMS (Organización Mundial de la Salud), violencia sexual es

todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.

Esta coacción puede abarcar:

  • Uso de grados variables de fuerza.
  • Intimidación psicológica.
  • Extorsión.
  • Amenazas.

También, puede existir violencia si la persona no está en condiciones de dar su consentimiento por diferentes motivos. Por ejemplo, cuando está ebria, bajo los efectos de un estupefaciente, dormida o mentalmente incapacitada.

Los tres tipos de violencia más frecuentes son:

  • Violencia sexual - acoso laboralAcoso sexual. Por lo general, se lleva a cabo de manera verbal. Esto deriva en el empleo de violencia psicológica, a menudo presente bajo la forma de “chantaje”. La persona agresora intimida a la víctima y la presiona, con el objetivo de que acceda a tener relaciones sexuales. Esto es muy común, por ejemplo, en el ámbito laboral.
  • Abuso sexual. Se trata de cualquier evento que obliga a una persona a llevar a cabo conductas sexuales, pese a que no quiere hacerlo. Es decir, el/a agresor/a, asume que puede acceder al cuerpo de otra persona sin su consentimiento. En el abuso sexual no se emplea la violencia.
  • Violación. Cuando se accede al cuerpo de la víctima sin consentimiento y mediante el uso de violencia directa, como modo de llegar a la actividad sexual. La forma más grave y común es mediante la penetración. La diferencia con el abuso, es que en la violación sí hay un empleo de violencia y/o intimidación.

Algunas cifras que alertan…

Los datos empíricos más recientes referidos al abuso sexual, surgen del informe emitido por el “Programa Las Víctimas contra las Violencias”, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Éste toma datos correspondientes al período que va entre Octubre de 2017 y Septiembre de 2018.

  • El Programa recibió 3090 llamados por parte de personas que sufren o sufrieron abuso sexual.
  • 3230 fueron el total de víctimas atendidas (en un caso, puede existir más de una víctima).
  • Del total de víctimas, 1985 son niños, niñas y adolescentes (61,5%).
  • De las niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, el 75,6% son de género femenino.
  • Del total de víctimas, 1071 fueron adultos (33,2%)
  • El 46,6% de las denuncias corresponden a situaciones que se produjeron dentro del hogar.
  • El 57,2% de los agresores registrados son familiares de la víctima y el 20,2% son conocidos.

Estos datos confirman que en Argentina se producen al menos 9 casos de violencia sexual a diario. A su vez, no se puede dejar de mencionar que el porcentaje de personas que denuncia es pequeño, por lo que el número real sería aún mayor.

De acuerdo a la OMS, 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 varones han declarado haber sido abusados sexualmente durante su niñez.

Consecuencias psicológicas del abuso sexual

Las secuelas psicológicas que padece una persona abusada son diversas, y pueden variar de acuerdo a cada caso. De todos modos, a continuación se enuncian las más frecuentes.

Estrés postraumático.

Entre los episodios más comunes, se incluye la repetición de la vivencia, la evasión y el aumento de excitación emocional (episodios de ira, dificultad para dormir, nerviosismo, facilidad para asustarse, entre otros).

Efectos emocionales.

Estos efectos incluyen depresión, ansiedad y condiciones tales como tendencias suicidas, ataques de ansiedad y fobias.  

También, emociones como tristeza, culpa, ira, miedo, sentimientos de desesperanza, desesperación, vacío y desapego emocional.

Auto-percepción.

Tiene que ver con cómo se percibe la persona. En quienes han pasado por situaciones de abuso, las percepciones son predominantemente negativas, e incluyen baja autoestima, vergüenza y culpa. También, pueden aparecer distorsiones cognitivas y tendencias hacia el suicidio o la automutilación.

Efectos físicos.

Se trata de daños directos o indirectos producidos durante el abuso, e incluyen efectos fisiológicos y neurológicos. Aquí aparece, por ejemplo, la somatización.

Efectos sexuales.

Las consecuencias producidas a nivel sexual pueden vincularse a la confusión sobre la identidad sexual, orientación y sexualidad. También, acciones que van desde la extrema aversión al sexo, a la adicción y compulsividad sexual. Incluso, aparecen síntomas de culpa y vergüenza relacionadas con el sexo.

Interpersonales y funcionamiento en relación.

Dentro de esta categoría, se incluye el deterioro en la capacidad para confiar en otros, el hecho de sentirse aislados y alejados de los demás, dificultad para formar vínculos sanos y adultos, y una tendencia a ser víctimas por segunda vez en las relaciones de poder del adulto.

Efectos sociales y del funcionamiento.

Los efectos pueden variar ampliamente: desde el aislamiento social y el hecho de encerrarse en uno mismo, hasta la rebeldía y el comportamiento antisocial, además de la interacción social compulsiva. Dentro de esta categoría se incluye una gran variedad de problemas de comportamiento: las adicciones y compulsiones de todo tipo, los trastornos de la alimentación, la elección profesional y la actividad laboral.

El problema de la revictimización

Cuando una persona se anima a exponerse y hacer una denuncia pública sobre un caso de la que ha sido víctima, es porque ha superado una gran barrera. Esa barrera muchas veces se cimienta en los temores a sufrir una revictimización, tanto en lo que concierne a la “opinión pública”, como a las diferentes instituciones que toman parte en estos casos.

En la esfera de la opinión pública, es común escuchar frases acusatorias: “¿por qué no denunció antes?”, “¿por qué no hizo nada para defenderse?”. A esto se suma que, por lo general, las situaciones de abuso se producen en el ámbito privado. Esto implica la carencia de testimonios que acrediten lo que sucedió. Por ello, el temor a la desconfianza aumenta.

Incluso, la situación es aún más compleja cuando el abuso ocurrió durante la niñez. A esta edad, la reserva no sólo responde a los miedos frente a cómo puede reaccionar el entorno, sino también a que aún no está desarrollada la capacidad para comprender lo que sucedió. Como consecuencia, el hecho queda muchas veces encerrado en el inconsciente, lo que resulta en un trauma psicológico.

Por todo ello, hay algo importante de entender: frente a un hecho traumático como un abuso, no existe una manera correcta de reaccionar. El abuso despierta una serie de emociones prácticamente imposibles de controlar. Desde el temor a la vergüenza; desde el hecho de paralizarse, hasta la posibilidad de autoinculparse. Por eso, nadie debe creer que tiene el derecho a juzgar.

Por el lado de las instituciones, a veces también existe una auténtica revictimización. En ocasiones, las víctimas son sometidas a demoras o consultas innecesarias. A veces se les pide que vuelvan a repetir (una y otra vez) lo que sucedió, se les pregunta sobre sus antecedentes o conductas no relacionadas con la agresión, y se solicitan pruebas o exámenes físicos reiterados e innecesarios. Para luchar contra todo esto, existe una Ley (26.485), y un Protocolo para la atención integral que es fundamental que se cumpla.

 

Tratamiento

Desde Psicólogos Córdoba abordamos la temática de la violencia sexual desde la perspectiva de género, tal y como lo recomienda el Ministerio de Salud de la Nación.

De acuerdo a este ente, el enfoque de género es el “abordaje que tiene en cuenta que las relaciones entre los géneros son asimétricas y que esta asimetría afecta de manera desigual la vida de las personas. Esto quiere decir que las desigualdades de género ponen en situación de mayor vulnerabilidad a las mujeres, personas trans, personas intersex, personas gays, lesbianas y bisexuales, etc.”.

Los mandatos y estereotipos de género que existen en nuestra sociedad afectan en gran medida a las personas. Esto genera que muchas veces, terminen sometiéndose a situaciones de violencia que dificultan la posibilidad de autonomía y de autodeterminación en relación a sus cuerpos.

A su vez, en nuestra organización creemos que es fundamental comprender que los motivos que llevan a una persona a ejercer un acto de violencia sexual no tiene sólo que ver con rasgos de su personalidad. También, con un sistema (político, cultural, económico), que sienta las bases para que estos actos se lleven a cabo.

Superar un trauma de cualquier índole implica lograr quitarle la carga emocional que genera. No se trata de olvidar, sino de aprender a convivir con ello, y que esa situación no determine la vida de la víctima, ni repercuta de manera negativa en el desempeño cotidiano.

Desde Psicólogos Córdoba proponemos este enfoque, así como el acompañamiento constante y el abordaje integral del problema.

Si estás pasando por una situación de violencia, te invitamos a ponerte en contacto con nosotros.

Red de psicólogos y profesionales de la salud mental, en la ciudad de Córdoba Argentina, dedicados a brindar diferentes servicios.

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