El autismo o el Trastorno del Espectro Autista es una de las patologías más enigmáticas de la actualidad en lo que se refiere a psicopatologías.
A pesar de que hay muchas investigaciones y desarrollos teóricos, todavía la ciencia no pudo dar con el quit de la cuestión y ningún desarrollo llega abarcar la complejidad que presenta este trastorno.
Por ello, decidimos consultarles a tres de nuestras licenciadas especialistas sobre esta problemática, que abordan al autismo desde diferentes marcos teóricos y le consultamos que caracteriza al autismo, diferencias con otras patologías, tratamiento y mucho más.
Características del Trastorno del Espectro Autista
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se caracteriza por la falta de contacto y empatía que tiene la persona que lo padece con el mundo exterior.
Las personas que padecen autismo tienen por característica:
- Deficiencias en la comunicación e interacción social
- Falta de empatía con otros y dificultades en expresar sus propios sentimientos
- Evita el contacto visual y prefieren estar solos
- Conductas repetitivas e inusuales
- Ecolalia (Repetir palabras o frases)
- Intereses obsesivos
- Reacciones poco habituales a estímulos con el sonido, el olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de las cosas.
Pero el TEA se sabe confundir con el síndrome de Asperger, además ¿es considerada una discapacidad cognitiva?
¿Cuáles son las diferencias entre el trastorno de autismo y Asperger?
La Lic. Verónica Martínez, quien tienen una orientación en psicoterapia psicoanalítica en niños y adscripta en la cátedra de Psicología Evolutiva de la Niñez (UCC), nos comenta que el autismo se puede manifestar a través diversos síntomas, pero pueden no aparecer de igual medida en todas las personas lo que nos permite hablar de diferentes grados.
La confusión entre estas dos patologías se da por la similitudes entre ambas, como la dificultades para la interacción social y relaciones sociales limitadas, dificultad para entender y comprender el mundo que los rodea y las emociones de los demás, la reacción a determinados estímulos externos (ej.: ruidos, imágenes, luz), Intereses y actividades restringidas, rígidas, sistemáticas y repetitivas, conductas excéntricas o poco habituales, no suelen mirar a los ojos cuando habla, hablan mucho, en un tono alto y peculiar, inventan palabras o expresiones, en ocasiones parecen estar ausentes, absortos en sus pensamientos.
La Lic. Sofía Gagliardi explica que en la antigua edición DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) el Síndrome de Asperger aparecía como entidad diagnóstica independiente dentro de lo que se denominaban Trastornos Generalizados del Desarrollo, descrito de manera diferente al Trastorno del Espectro Autista.
En el DSM-5, última edición del manual, la categoría diagnóstica pasa a denominarse Trastorno del Espectro Autista y se eliminan todas las categorías diagnósticas que se incluían dentro como entidades independientes (Síndrome de Asperger, Síndrome de Rett, Trastorno Autista, Trastorno Desintegrativo de la Infancia y Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado). Es así como el síndrome de Asperger se subsume dentro del TEA, ya que las investigaciones no lo diferencian del autismo de alto funcionamiento.
Todos estos cambios producidos desde el DSM IV a la nueva edición DSM V buscan dar una mayor dimensionalidad, establecer una única categoría independiente para todo el trastorno, establecer un baremo de severidad de los síntomas y la afectación, conocer el grado de apoyo que el niño necesita y ofrecer ejemplos de síntomas que puedan ayudarnos en el diagnóstico.
Más allá de las críticas a estos cambios producidos, entre las valoraciones positivas se destaca el establecimiento de una única categoría para los Trastorno del Espectro Autista (TEA), donde se explica mejor la diversidad del trastorno.
La Lic. Pérez nos comenta que “esa pregunta sería otro ejemplo de la confusión diagnóstica al pretender universalizar los síntomas. Cada sujeto autista es único, singular, y por lo tanto inclasificable. Por supuesto que un niño diagnosticado con autismo no se parece a uno diagnosticado con síndrome de Asperger, así como dos niños diagnosticados con Asperger son infinitamente diferentes”.
¿El autismo es igual que la discapacidad cognitiva?
El Trastorno de Espectro Autista se encuentra dentro de los denominados Trastornos del Desarrollo Neurológico. Para un correcto diagnóstico del mismo es fundamental delimitar y establecer si está asociado a una afección médica o genética conocida, a un factor ambiental o a otro trastorno del desarrollo neurológico mental o del comportamiento.
Para un correcto diagnóstico es necesario además establecer los niveles de la gravedad que el menor evidencia, especificando si necesita apoyo muy notable para deficiencias en la comunicación social y apoyo notable para comportamientos restringidos y repetitivos; especificar si hay presencia de discapacidad intelectual o no y si evidencia trastorno del lenguaje o no.
Más allá de las especificaciones correspondientes para un diagnóstico más certero es importante tener en cuenta que los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento habitual, pero que estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo.
La discapacidad intelectual y el trastorno del Espectro Autista con frecuencia coinciden; pero para hacer diagnósticos de comorbilidades de TEA y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.
Todo lo que pueda conocerse sobre TEA respecto a sus causas, formas de abordaje, tratamiento, detección temprana y más se consigue sólo gracias a los avances en la investigación y la producción de artículos científicos, de allí es que adquiere gran significado la importancia de producir y construir día a día información verídica basada en investigaciones.
¿Hay medicamentos para el autismo?
La Lic. Eva Pérez nos comenta que en el intento desesperado de eliminar los síntomas (a cualquier precio), se abusa del uso de medicamentos que por supuesto no son específicos para el autismo. Se recetan ansiolíticos, antidepresivos o antipsicóticos cuando no siempre es necesario.
El tratamiento medicamentoso puede funcionar para algunos sujetos autistas en la medida en que le permita un mundo más vivible, por ejemplo atenuando lo invasivo de la voz y la mirada. Pero por supuesto es necesario evaluar cada caso.
Sofía Gagliardi coincide en que no existen fármacos específicos para tratar el autismo y que es necesario la evaluación caso a caso.
Agrega que los psiquiatras hacen uso de algunos medicamentos para ayudar a mantener bajo control síntomas como la ansiedad, la agresividad, los movimientos repetitivos y la conducta autodestructiva.
Por lo general, los niños con TEA no responden de la misma manera a los fármacos utilizados. Por eso, es importante observarlos detenidamente y llevar un registro exhaustivo que indique cómo responden al tratamiento farmacológico.
La Lic. Verónica Martínez agrega que hay que considerar caso a caso y que el objetivo del tratamiento no es curar a los pacientes a través de un medicamento, ya que no existe cura en el sentido clásico de la palabra, a pesar de las medidas terapéuticas que se tomen el trastorno acompaña a la persona durante toda su vida y lo limita en mayor o menor medida en sus relaciones sociales.
Considera la Lic. Martinez más importante un tratamiento interdisciplinaria (psiquiatra, psicólogos, psicopedagogo) para este tipo de trastornos además de la medicación, para que pueda tener un desarrollo lo más normal posible, que pueda reducir las conductas repetitivas y rígidas, establecer relaciones con otras personas y poder comunicarse, contener a la familia y evitar que se autoagreda.
¿Cuáles son las causas del autismo?
Lic. Eva Pérez, formada en Psicoanálisis Lacaniano, nos comenta que aún no sabemos con certeza qué causa el
Existe un desacuerdo generalizado sobre la etiología, los modos de abordaje y tratamiento, que incluso se refleja a la hora de diagnosticar. TGD (trastorno general del desarrollo), TEA (trastorno del espectro autista), TED (trastorno invasivo del desarrollo), abarcan una amplitud de síntomas, descripciones y fenomenología.
Por su parte, el psicoanálisis lacaniano no persigue una causa universal sino que se interesa por cada sujeto. Desde esta orientación entendemos el autismo como un modo singular de relación del sujeto con el lenguaje y el mundo que le rodea; mundo que, como la clínica nos lo señala, le resulta invasivo, aterrador, extremadamente difícil de habitar. El sujeto autista presenta un conjunto de síntomas que impiden o dificultan seriamente el proceso de entrada en el lenguaje, la comunicación y el vínculo social.
La Lic. Sofía Gagliardi, Formada en Neuropsicología y Psicoterapia Cognitiva Conductual, coincide con la Lic. Pérez que aún no pueden determinarse las causas del Trastorno de Espectro Autista, pero afirma que lo más probable es que existan causas múltiples y nos aclara “Es importante tener en cuenta que pueden interactuar factores ambientales, biológicos y genéticos, los cuales sientan las bases para este diagnóstico”.
¿A qué edad aparece el autismo en niños?
Por definición, la edad de aparición es anterior a los 36 meses, aunque, lamentablemente, suele detectarse muy posteriormente. El diagnóstico del TEA rara vez se da antes de los 2 años y con frecuencia mucho más tarde, a los 6 años. Aunque podría diagnosticarse en niños menores de 18 meses en la práctica no suele suceder. De allí es que es de gran importancia una identificación temprana.
¿A qué podemos atender para una detección en la primera infancia?
Todos los niños con TEA tienen problemas en estas áreas:
- Interacción social: la forma en que se relacionan con otros
- Comunicación verbal y no verbal
- Comportamientos o intereses repetitivos
En los bebés el comportamiento evidenciado es evitar el contacto visual y no parecen querer o necesitar contacto físico o afecto. Pueden volverse rígidos o flojos cuando se los sostiene, llorar cuando se los levanta y mostrar poco interés en el contacto humano. Estos niños no sonríen o levantan sus brazos antes de ser levantados. No desarrollan apego por los padres, no muestran ninguna ansiedad normal hacia los desconocidos y no suelen aprender los juegos típicos de la niñez.
A medida que los niños con TEA crecen, comienzan a manifestar respuestas inusuales a experiencias sensoriales siendo sensibles a la luz y ciertos sonidos. Estos síntomas pueden variar de leves a graves, y serán diferentes de un niño a otro, sin embargo, cada niño/a exhibirá patrones de comunicación, sociales o conductuales individuales pero que se ajustan al diagnóstico general de TEA.
Los niños con TEA no siguen los patrones típicos de desarrollo infantil. En algunos niños puede haber indicios de futuros problemas desde el nacimiento pero, en la mayoría de los casos, los problemas de comunicación o habilidades sociales se vuelven más notorios a medida que el niño/a crece y comienza a quedarse rezagado respecto a otros niños de la misma edad.
Algunos padres informan que los cambios ocurren en un período corto. Ellos notan que, repentinamente, sus niños comienzan a rechazar a la gente, actuar en forma extraña y perder el lenguaje y las habilidades sociales que tenían.
Aunque existen muchas preocupaciones acerca de etiquetar a un niño/a pequeño como TEA, cuanto más temprano se haga el diagnóstico más pronto se pueden tomar medidas para ayudarlo. La evidencia de los últimos 15 años ha demostrado que la intervención temprana intensiva en un marco educativo óptimo por al menos dos años durante los años preescolares tiene mejores resultados en la mayoría de los niños pequeños con Trastorno de Espectro Autista.
El diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista
La primera etapa es la observación del desarrollo durante exámenes físicos infantiles, basada en la DETECCIÓN.
Detección
Un examen físico infantil con el médico debería incluir una prueba de detección del desarrollo. Además, las observaciones e inquietudes de los padres acerca del desarrollo de su hijo/a son de importancia vital para ayudar a detectarlo.
Si su médico observa alguno de los posibles indicadores de TEA como resultado de una detección o un examen físico infantil, se requiere una mayor evaluación.
La segunda etapa involucra una EVALUACIÓN EXHAUSTIVA por parte de un equipo multidisciplinario.
El equipo multidisciplinario podrá utilizar test especializado como el ADOS-2 diseñado para detectar el autismo, entrevista y otras pruebas.
Diagnóstico Integral
El segundo tipo de evaluación debe ser más detallada, para poder asegurarse si el niño/a tiene o no este diagnóstico. Esta evaluación puede ser realizada por un equipo que incluya un psicólogo, neurólogo, psiquiatra, terapeuta del habla u otros profesionales que diagnostican a niños con TEA.
Una evaluación completa puede involucrar varios tipos de pruebas distintas. Los profesionales examinarán las habilidades de aprendizaje, sociales y de comunicación, respuestas auditivas, movimientos corporales, audición, relaciones con otras personas y más. Si se siguen los parametros del DSM podría realizarse una evaluación multiaxial en este caso.
Hasta el momento, no se ha podido encontrar una cura pero existen diferentes terapias que pueden ayudar a que el niño gane independencia y autonomía. La psicoterapia con enfoque conductual es la estrategia más utilizada pero también hay padres que deciden recurrir a la terapia farmacológica.
Estadísticas sobre el autismo. ¿Una Patología que va en aumento?
La Lic. Eva Pérez nos alerta que los datos más recientes hablan de que 1 de cada 68 niños es diagnosticado con algún tipo de trastorno del espectro autista. (Datos del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos). Lo que impacta es que hace treinta años era 1 niño de cada 1000. Estas cifras nos tienen que mover a pensar, a preguntarnos qué está pasando o qué estamos haciendo con el autismo.
Sin duda existe una sobredeterminación de factores que pueden estar influyendo, desde cambios educativos, sociales y políticos que producen nuevas configuraciones familiares; hasta cambios en los manuales diagnósticos que favorecen a grandes laboratorios y compañías farmacéuticas.
Si bien no hay explicación concreta para el descomunal aumento de la afección, no hay causas universales definidas ni una cura determinada por la ciencia, lo que sí hay son tratamientos posibles. El psicoanálisis propone un tratamiento, tanto en instituciones como en el consultorio, que apuesta a ampliar el mundo del niño autista y alojarlo en su singularidad.