Duelo infantil: ¿cómo puedo ayudar a mis hijos?

“La muerte de una persona significativa en la vida de un niño es uno de los acontecimientos más estresantes que puede experimentar”.
Academia americana de Psiquiatría

Hablar de la muerte con un niño puede que sea una de las tareas más difíciles que nos toque llevar a cabo. Lamentablemente, ellos también se enfrentan a pérdidas y sufren por ello. Por eso, es indispensable que elaboren su propio duelo, y que cuenten con el apoyo del entorno para hacerlo. 

Duelo infantil - Niño mirando a través de la ventana

¿Qué es el duelo? Básicamente, todas aquellas manifestaciones que se producen en el ámbitos físico, psicológico y social luego de una pérdida afectiva. Es un proceso adaptativo, es decir que pasa por diferentes etapas, y “se va elaborando”.

La mayoría de las veces asociamos al duelo con la muerte de un ser querido o familiar. En cierta forma, es el más conocido y el que más suele impactar.  

De todos modos, existen numerosas pérdidas que se viven con igual intensidad porque repercuten fuertemente en la vida de las personas. En los niños y adolescentes, la pérdida de una mascota, el divorcio de los padres o el fracaso en una relación, entre otras cuestiones; pueden llevar a un proceso duelo. 

Como padres, nos es imposible proteger al niño del dolor que genera una pérdida. Sin embargo, sí podemos ayudarlo a sentirse seguro y transitar por este proceso de la manera más saludable posible. 

En este artículo abordamos el duelo infantil: derribamos algunos mitos que existen en torno a este tema, analizamos cómo se elabora el duelo en las distintas edades, y te explicamos algunas acciones que pueden ser de gran ayuda.

Mitos sobre el duelo en la infancia 

Muchas veces, no asumimos lo importante que es acompañar a los niños y adolescentes en un proceso de duelo. 

En ocasiones, las concepciones que existen en la sociedad sobre la muerte, repercuten en el modo de comportarnos ante los niños en estas situaciones. Y estas actitudes que tenemos ante los niños, no siempre son las más saludables. Por eso, es importante aclarar algunos mitos o ideas que existen:

“Los niños no se dan cuenta de lo que pasa cuando alguien fallece”.

Esto no es así. Cuando sufren la pérdida de un ser querido, los niños sí se dan cuenta. Además, son totalmente conscientes de los cambios que se producen en su entorno, y perciben cómo esta pérdida afecta a sus seres queridos. 

“Los niños no elaboran un duelo”.

Duelo infantil - Madre consolando a hija

Sí lo hacen, pero lo manifiestan de manera diferente al de los adultos; y exhiben distintos comportamientos dependiendo de la edad. 

Por ejemplo, luego de perder a un ser querido, pueden pasar de llorar a jugar en tan solo un minuto. Esos cambios en el estado de ánimo no significan que no estén tristes, o que ya hayan “terminado” el duelo: los niños lidian de manera diferente con las pérdidas, y jugar puede ser un mecanismo de defensa para prevenir que las emociones lo sobrepasen. 

También, es normal que se aíslen, se sientan deprimidos, culpables, ansiosos o enojados con la persona que falleció. Todas estas son reacciones esperables.

“Hay que protegerlos para que no sufran, por eso es mejor disimular nuestro dolor”. 

No, no hay nada que impida que los niños sientan dolor por una pérdida de una persona importante para ellos. Si los excluimos de esta experiencia, muchas veces estamos evitando que desarrollen habilidades necesarias para enfrentarse a situaciones que necesariamente van a tener que afrontar en su vida.  

Además, al actuar de este modo, les estamos enseñando que mostrar las emociones y sentimientos no es bueno, y que deben intentar ocultarlos. 

Por todo esto, la mejor manera de protegerlos es comunicándoselo de manera apropiada para su edad; y acompañarlos en todo este proceso.

“Los niños no entienden de qué se tratan rituales como los funerales. Además pueden traumatizarlos, así que es mejor que no asistan”.

Acudir a un funeral puede ayudar a un niño o adolescente a hacer real la partida del ser querido, un paso necesario en la elaboración del duelo.  

Si bien es cierto que los niños muy pequeños no entienden de qué se trata este ritual, y a veces pueden asustarse; cuando son un poco más maduros intelectualmente, sí se trata de un proceso saludable. Esto, siempre en compañía de un adulto que los contenga, y les explique qué es lo que está sucediendo. 

 

¿Cómo puedo ayudar a un niño a abordar el duelo? 

Todo depende de la edad. 

Aquí te explicamos qué medidas se pueden tomar, teniendo en cuenta la etapa de desarrollo en la que se encuentran. Para ello, utilizaremos los aportes de Patricia Díaz Seoane, psicóloga española y autora del escrito “Hablemos del duelo en Psicología”. 

Hasta los 2 años 

Duelo infantil - Padre abrazando a hijaLo normal a esta edad es que los niños se encuentren algo irritables. Pueden aparecer problemas para dormir o alimentarse, y algunas regresiones (como mojar la cama).  

¿Cuándo preocuparnos?

  • Cuando las conductas afectan cuestiones como el peso, y no cesan con el tiempo.  

¿Cómo ayudarlos? 

  • Manteniendo sus rutinas.
  • Dedicándoles tiempo y compartiendo actividades con ellos. 

Desde los 3 a los 6 años

Lo normal es que a esta edad todavía no entiendan lo que implica una pérdida. Pueden aparecer conductas como la ansiedad de separación, regresiones, miedos y pesadillas durante la noche.  

¿Cuándo preocuparnos?

  • Cuando la ansiedad por la separación no les permite estar ni un segundo solos.
  • Las pesadillas son recurrentes, y los miedos les impiden realizar cosas que antes hacían. 
  • Cuando aparecen síntomas depresivos.
  • Cuando aparecen comportamientos poco saludables, como la negativa a comer

¿Cómo ayudarlos? 

  • Garantizándoles que los vamos a cuidar y proteger. 
  • Respondiendo todas las preguntas que hagan de manera honesta, con un lenguaje acorde a su edad, y evitando usar metáforas que puedan confundirlos más. 
  • Exteriorizando nuestras emociones, enseñándoles que está bien manifestarlas.

Desde los 6 a los 10 años 

Muchas veces se producen algunas dudas en la comprensión de lo que sucedió, lo que origina numerosas preguntas. A veces aparece el miedo a la propia muerte y ciertas inseguridades. Los niños suelen manifestar la tristeza por medio del enfado y, a veces, la agresividad. También, pueden surgir problemas en el rendimiento escolar. 

¿Cuándo preocuparnos?

  • Aparecen somatizaciones, síntomas depresivos o baja en las actividades.
  • Cuando se originan miedos que los incapacitan a realizar tareas.
  • La ansiedad en la separación no les permite estar solos.
  • Todas aquellas cuestiones que repercuten en el desarrollo de su “vida normal”.  

¿Cómo ayudarlos?

  • Teniéndolos en cuenta a la hora de dar explicaciones, e incluyéndolos en ritos como el funeral. 
  • Respetando sus reacciones, corrigiendo cuando sea necesario.
  • Manteniendo sus rutinas.
  • Favoreciendo actividades que ayuden al recuerdo de ese ser querido.

Desde los 10 a los 12 años

Es normal que aparezcan cuestionamientos sobre las creencias que se tengan. Por otra parte, suelen darse conductas cuyo objetivo es mantener “vivo” al fallecido: aparece  la negación ante la muerte y reticencia a hablar sobre ella. También aparecen fantasías, tristeza y desesperación.

¿Cuándo preocuparnos? 

  • Cuando la tristeza extrema hace que los niños no sean capaces de retomar la rutina diaria. 
  • Se aíslan.
  • Tienen problemas para dormir.
  • Aparecen problemas médicos debido a somatizaciones. 

¿Cómo ayudarlos?  

  • Brindándoles seguridad y refugio.
  • Animándolos a que retomen su rutina.
  • Poniéndolos en contacto con niños que hayan pasado por experiencias similares.
  • Ayudando a que expresen sus emociones.    

Adolescentes hasta 18 años

Lo normal es que demuestren rechazo a hablar con los adultos cercanos. También, muchas veces aparecen síntomas vinculados a la depresión. A veces, los adolescentes suelen mostrar un afán para proteger a los adultos que los rodean, con el objetivo de evitarles el sufrimiento. Aparece el miedo a olvidar detalles de la persona que falleció, y tienden a ocultar el dolor. En general, las reacciones son más cercanas a las que experimenta un adulto. 

¿Cuándo preocuparnos? 

  • Cuando el adolescente se aísla de manera extrema. Cuando cae drásticamente su rendimiento escolar.

¿Cómo ayudarlos?  

  • Supervisando, pero también dando espacio para que procesen sus emociones. 
  • Brindando contención, escuchando, y dando explicaciones cuando las pidan.

La importancia del tratamiento

Un duelo elaborado de manera adecuada mejora las posibilidades de enfrentarse a situaciones similares en el futuro. Esto es fundamental, principalmente en los niños, que se están armando de recursos para enfrentar la vida adulta.

Pero, ¿cuándo el duelo se convierte en un problema? Cuando el niño sigue presentando determinados síntomas después de un tiempo.

La duración del duelo es variable, lo que significa que puede tardar meses e incluso años en realizarse. La mayoría de los niños elaboran su duelo de manera adecuada y no necesitan terapia; pero existen otras que no lo logran.  

Es en éstos casos cuando se debe pensar en recurrir a un psicólogo infantil. El terapeuta no va a quitar el dolor, ni devolver a la persona que se fue. Simplemente, con su conocimiento acompañará y actuará como guía para atravesar cada una de las etapas de la manera más positiva posible, con el objetivo de que no queden secuelas.

 

Bibliografía y recursos útiles

Fundación Mario Losantos del Campo. 2016. “Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes”. Madrid, España. Versión digital: https://www.fundacionmlc.org/wp-content/uploads/2018/12/guia-duelo-infantil-fmlc.pdf

AAVV. 2017. “Guía sobre el duelo en la infancia y en la adolescencia. Formación para madres, padres y profesorado”. Bilbao, España. http://www.sepypna.com/documentos/Gu%C3%ADa-sobre-el-duelo-en-la-infancia-y-en-la-adolescencia-1.pdf

Patricia Díaz Seoane. 2019. “Hablemos de duelo en pediatría”. Madrid, España. https://www.aepap.org/sites/default/files/pags._439-444_hablemos_de_duelo.pdf

Red de psicólogos y profesionales de la salud mental, en la ciudad de Córdoba Argentina, dedicados a brindar diferentes servicios.

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