En este artículo, te contamos qué son la timidez y la vergüenza, cómo se relacionan y diferencian ambos conceptos y cómo nos afectan. También, repasamos algunas estrategias para controlar estos sentimientos.
Rubor en las mejillas, sudor frío en las manos y la frente, latidos acelerados, un nudo en la garganta, las mandíbulas apretadas, dolor de panza, temblores, tics ¿Sabés de qué estamos hablando?
Seguramente, sí. La mayoría de nosotros, alguna vez, sufrió en menor o mayor medida estos síntomas: antes de una exposición, un examen o una demostración, entre otros. Estos ejemplos se refieren a momentos en los que dejamos expuesta alguna parte de nuestro ser ante otros —conocimiento, habilidad, inteligencia.
El juicio social en las personas tímidas, especialmente, provoca vergüenza y sensaciones como ansiedad y miedo que muchas veces se traducen en síntomas físicos. Sin embargo, existen personas que no pueden controlar estas emociones y terminan desembocando en la inhibición de sus acciones.
¿Qué es la timidez?
La timidez es un sentimiento que nos provoca incomodidad, disconformidad, inhibición, ansiedad y preocupación, durante situaciones sociales. A su vez, es considerada como un mecanismo de defensa que nos permite evaluar situaciones novedosas con cautela. De esta manera, podemos responder de forma adecuada a las demandas de la situación.
Si bien la timidez muchas veces nos ayuda a evitar situaciones problemáticas, en casos extremos, también puede volverse un problema. Con esto, nos referimos a aquellos casos en los que la timidez se vuelve un obstáculo para desarrollar nuestra vida en sociedad.
Tipos de timidez
Algunos autores, señalan la existencia de diferentes tipos de timidez. El psicólogo Philip Zimbardo, por ejemplo, distinguió tres grupos:
- Personas que no tienen miedo de la interacción social, pero prefieren estar solos. Este grupo se siente más cómodo con sus ideas y objetos inanimados que con la gente.
- Sujetos con poca confianza en sí mismos, habilidades sociales pobres y fuertes sentimientos de vergüenza. Esto los lleva a evitar el contacto con los demás.
- Individuos que temen no cumplir con sus expectativas sociales y culturales.
David Buss, por otro lado, distingue entre:
- Timidez por miedo a los demás (fearful shyness): Aparece durante el primer año de vida de la persona. La inseguridad ante la presencia de adultos extraños provoca ansiedad e inseguridad en el bebé. Esto inhibe su comportamiento así como potencia el miedo a ser evaluado negativamente.
- Timidez por auto-observación (self-conscious shyness). Esta surge a partir de los 4 o 5 años, cuando el niño toma conciencia individual de sí mismo y entiende que está expuesto a la evaluación crítica de los demás.
¿Qué es la vergüenza?
La vergüenza es una de las llamadas “emociones morales” —culpa, pesar, remordimiento. Estas provienen de la autoevaluación de nuestros actos, que nos llevan a comportarnos de forma inhibida. Aquí, tenemos la primera similitud con la timidez, ya que ambas nos llevan a no realizar las acciones deseadas.
Para el psicoanálisis, este sentimiento se relaciona con la mirada ajena, con la dimensión de lo “in fraganti”, de una revelación súbita de la intimidad en la que el sujeto se siente descubierto. En este punto, la vergüenza es un indicador de la presencia del deseo, de que ese cuerpo es “habitado”, como lo demuestran el rubor, bajar la mirada, en definitiva, no saber detrás de qué esconderse, cuando el sujeto se siente mirado desde todos lados.
Entonces, ¿hace falta que haya alguien mirando para que aparezca la vergüenza? No. La presencia del otro no necesariamente requiere de su presencia física. Uno puede avergonzarse ante una fotografía, un sueño, o ante el recuerdo de ideales instalados desde la infancia. La idea de quedar mal, no conseguir lo que nos proponemos, no satisfacer lo que esperan de nosotros también puede provocarnos vergüenza.
El juicio y la mirada ajena están siempre presentes, y pueden manifestarse en soledad.
Vergüenza y timidez: diferencia y similitud
Diferencia
Como vimos, la timidez y la vergüenza se trata de dos conceptos diferentes, aunque fuertemente interconectados. La timidez genera vergüenza y viceversa. Entonces ¿cuál es la diferencia?
Muchas veces, tenemos miedo de que nuestras acciones desencadenen un resultado negativo o insatisfactorio. Este sentimiento suele trasladarse a las situaciones donde el temor al rechazo social provocan timidez y vergüenza.
- La timidez nos lleva a pensar que podemos no encajar con los demás o que estos nos van a rechazar. Por esta razón, recurrimos al retraimiento y evitamos exponernos al rechazo. De esta manera, no conectamos con los demás, pero evitamos la dolorosa sensación de rechazo.
- Cuando sentimos vergüenza, este miedo nos protege de una posible humillación. Así, nos autocriticamos y subestimamos, evitando que lo hagan los demás.
Similitud
Como vimos, ambas emociones constituyen defensas para protegernos de el rechazo social o la humillación. Sin embargo, estos mecanismos, en casos extremos resultan nocivos para nuestra salud mental y social.
Percibir el mundo desde la desconfianza permanente hacia los demás o vivir siempre condicionados por nuestra falta de confianza en nosotros mismos, resultan experiencias agotadoras.
Además, tanto la timidez como la vergüenza pueden derivar fácilmente en inhibiciones. Es decir, limitaciones o imposibilidad para realizar determinada tarea o enfrentar alguna situación. La persona transcurre su vida inhibida con el objetivo de evitar la vergüenza, y así el desarrollo de angustia.
De esta manera, encontramos personas estancadas, en reserva, o siempre tanteando, ensayando y evaluando garantías antes de dar un paso en la relación con los demás.
Cómo perder la timidez y la vergüenza
La explosión de timidez oculta un punto conflictivo del individuo. Dicho conflicto se relaciona con sensaciones de inseguridad y/o vergüenza hacia la exteriorización franca de algún componente de su personalidad. Justamente, se trata de situaciones en que algo de sí mismo quedó al descubierto ante la mirada de los demás.
Como vimos, es importante controlar estas sensaciones, para impedir que nos inhiban y traben nuestras acciones. A continuación, te dejamos algunas opciones
Desensibilización progresiva
Una de las estrategias más eficaces para lograrlo es la desensibilización progresiva.
- Lista de ansiedad: El primer paso para la desensibilización es hacer una lista de las situaciones —de 5 a 10— que nos provocan ansiedad, ordenándola de menor a mayor. Es importante ser lo más específicos posible. Esto nos permitirá saber mejor cómo afrontar estas situaciones.
- División por etapas: La técnica de desensibilización progresiva consiste en enfrentar los miedos de manera gradual. Así, podemos acostumbrarnos a las situaciones que nos provocan ansiedad y sustituir el hábito negativo —timidez— por otro positivo.
- Estrategias para no paralizarnos: Muchas veces, no importa cuán preparados estemos, el miedo se apodera de nosotros y nos paraliza. Por eso, es importante contar con estrategias para superarlo. Una buena opción es recordar experiencias anteriores similares que terminaron bien.
Aceptar las emociones
La terapia sistémica creada por el Dr. Shoma Morita propone aceptar las emociones en vez de luchar contra ellas. En el caso de la timidez, se busca cambiar el diálogo interno negativo de las personas por mensajes positivos.
Esta terapia tuvo una tasa de éxito entre el 8’% y 90%, demostrando que cuando las personas aceptan que pueden fracasar, se sienten más confiados. Primero se reconoce el miedo y luego se actúa a pesar de él.
Reducir la autocrítica
Muchas veces, las personas tímidas son extremadamente críticas con ellas mismas. Los estándares con que se juzgan a sí mismos, no se acercan para nada a los que utilizan para los demás. Sus expectativas para ellas mismas son desmesuradas y muy difíciles de cumplir.
Un buen método para reducir el ansia de perfección es el teatro de improvisación. Aquí, el perfeccionismo no existe puesto que las escenas suceden tan rápido que es inevitable equivocarse. Esto permite que los participantes se concentren en conectar con los demás, en lugar de mantener el foco y la crítica en sí mismos.
No ocultar la timidez
Un estudio ha demostrado que reconocer una emoción negativa puede reducir su intensidad. Aceptar nuestra timidez en lugar de intentar ocultarla nos ayuda a relajarnos.
Si lo pensamos, esto es bastante lógico. Si estamos en una situación estresante, que nos provoca ansiedad y, encima, les sumamos el esfuerzo de ocultarlo ¿No es demasiado?
Reconociendo nuestra timidez, además, podemos lograr la empatía de los demás, logrando crear un clima de protección y cuidado a nuestro alrededor.
Si bien todos los métodos que nombramos parecen diferentes, en el fondo tienen el mismo objetivo. Nos permitirán comprender las causas de nuestros miedos y enfrentarlas de la manera que más se adapte a nosotros.
Cualquier método que elijas, llevará tiempo, esfuerzo y, sobre todas las cosas, voluntad. Romper hábitos arraigados no es una tarea fácil y por esta razón debemos prepararnos mentalemente para aprender de nuestros fracasos. Esto nos permitirá continuar hasta conseguir nuestras metas.
Fuentes
¿Hacia un expectro de la timidez? José Guimón
Asepectos cognitivos, emocionales, genéticos y diferenciales de la timidez Cano Vindel, A.