Mutismo selectivo: cuando callar no es una elección

Mutismo selectivo - Niña aislada

Olivia tiene 7 años. Cuando está en su casa, es una niña muy enérgica, alegre y curiosa. Habla y pregunta todo a sus padres, preocupada por entender el mundo que lo rodea. Juega con sus hermanos, y adora cantar. 

Sin embargo, un día llega un llamado desde el colegio: la maestra está preocupada por Olivia. La niña no interactúa con sus compañeros, ni tampoco responde a sus preguntas. Lisa y llanamente: Olivida no habla.

En un principio, los padres creen que sólo son episodios de timidez. De todos modos, deciden acudir a un especialista y meses más tarde llega el diagnóstico: Olivia padece “mutismo selectivo”.

Se trata de un Trastorno muy poco difundido, y del que la población en general carece de conocimiento. De hecho, hasta el año 1970 el problema era descrito como una “actitud de los hijos para controlar a sus padres”. Sí, así como lees.

¿En qué consiste este trastorno? ¿Cómo sé si mi hijo tiene mutismo selectivo? ¿Por qué se mantiene? ¿Cómo se diagnostica y se trata? Seguí leyendo y encontrá las respuestas.

 

¿Qué es el mutismo selectivo?

El mutismo selectivo es un Trastorno de Ansiedad bastante complejo que suele aparecer durante la infancia. Se caracteriza por la inhabilidad de un niño para hablar y comunicarse de manera efectiva en determinados escenarios sociales, como la escuela. Sin embargo, estos niños pueden vincularse y comunicarse sin ningún inconvenientes cuando están en lugares donde se sienten cómodos, seguros y relajados; tal es el caso del hogar.

El mutismo selectivo no es un trastorno frecuente. De acuerdo al médico y psiquiatra español Joaquín Díaz Atienza, alrededor del 1% de la población infantil mundial padece mutismo, siendo más frecuente en niñas que niños. Para el DSM-5 (el manual de Salud Mental por el cual se rige gran parte de los profesionales), la presencia de esta condición varía entre 0.03% y 1%, dependiendo de la configuración de la población.

Para Díaz Atienza es importante considerar que no existen estudios de campo que clarifiquen la presencia real del problema en la población general.

La edad promedio de inicio es antes de los cinco años, pero muchos niños no son diagnosticados hasta después de ingresar a la escuela.

¿Cuáles son las consecuencias de este Trastorno?  

Mutismo selectivo - Niña abrazando a madre

El mutismo selectivo puede producir un deterioro significativo en la vida de los niños: 

  • Interferir con el rendimiento en la escuela.
  • Afectar los vínculos con los amigos o maestros.
  • Evitar que los niños disfruten y participen de experiencias o actividades infantiles habituales.
  • Afectar el autoestima del niño.
  • Al no poder comunicarse para pedir ayuda, puede evitar que se satisfagan sus necesidades personales o escolares.

¿Cómo sé si mi hijo tiene mutismo selectivo?

De acuerdo al DSM-5, tu hijo puede padecer este trastorno si él o ella: 

  • Habla en ciertos escenarios pero deja de hacerlo por completo (o casi), cuando aparecen otras personas.
  • Se muestra helado, paralizado o incluso enojado cuando un extraño les hace una pregunta, o cuando se sienten incómodos.
  • Utiliza distintos gestos: señalar, asentir, u otras expresiones faciales para satisfacer sus necesidades. 

Y las dificultades para hablar:

  • Han estado presentes por más de un mes (sin contar el primer mes de escuela).
  • Están interfiriendo en la vida de tu hijo, ya sea en la escuela o a nivel de comunicación social.
  • No están vinculadas con una falta de conocimiento del lenguaje.
  • No pueden explicarse por otro trastorno. 

Otros síntomas pueden incluir: 

  • Timidez excesiva.
  • Aislamiento social.
  • Miedo a pasar vergüenza en frente de un grupo.
  • Aferrarse en exceso a los padres o cuidadores.
  • Berrinches frecuentes. 
  • Comportamiento de oposición.
  • Rasgos compulsivos.
  • Negatividad.

¿Cuáles son las causas del mutismo selectivo?

Teniendo en cuenta que se trata de un trastorno poco frecuente, los factores de riesgo no se conocen con exactitud. Sin embargo, existe una serie de desencadenantes que pueden vincularse con el mutismo. Algunos de ellos son:

  • Factores temperamentales. Es importante estar atentos a las inhibiciones comportamentales, el afecto negativo, y los antecedentes parentales de timidez, aislamiento social y ansiedad social. 
  • Problemas ambientales. Los padres que demuestran un comportamiento inhibitorio o antisocial, modelan el comportamiento de sus hijos. También, el comportamiento excesivamente controlador o sobreprotector pueden ser factores de riesgo.
  • Genética. Debido a la superposición con la ansiedad social, puede haber un componente genético compartido entre estos dos trastornos.

 

El problema de la retroalimentación 

Imaginá esta escena: un padre está con su hijo, Julián, en el supermercado. De repente, el padre se encuentra con una amiga que no ve hace tiempo. Encantada por el encuentro, y notando la presencia de Joaquín, la amiga expresa “¿Quién es esta preciosura? ¿Cómo te llamás?”. Joaquín queda helado, se ve aterrorizado y parece que está a punto de llorar. Por eso, se agarra fuertemente al brazo de su padre. 

El niño no puede responder a esta pregunta que en un principio parece fácil, y se suceden unos segundos de silencio.

El padre se siente incómoda y un poco avergonzada porque Joaquín no responde. Para alivianar la situación, responde rápidamente: “¡Su nombre es Joaquín!”. La amiga exclama “¡Hola Joaquín! Qué bueno conocerte. ¡Sos tan lindo!”. 

Joaquín no tuvo que responder, y quienes participaron de la situación se sienten aliviadas. 

Estos episodios son comunes para un niño con mutismo selectivo: pueden ocurrir múltiples veces al día, en el colegio, en las actividades extracurriculares, cuando reciben visitas en el hogar, o en numerosas otras situaciones.

Pero a su vez, ilustran cómo el hecho de no hablar producto de la ansiedad, a menudo es reforzado por el entorno del niño (padres, maestros, compañeros). Como consecuencia, el niño aprende que si se queda tranquilo (y callado), otros hablarán por él o ella.

Con cada “rescate”, el niño se siente temporalmente mejor porque sus sentimientos de ansiedad se desvanecieron. Sin embargo, los ciclos de evasión se sucederán de nuevo y muy rápidamente.

 

¿Cómo se trata el mutismo selectivo?

La terapia es siempre la primera recomendación para abordar este Trastorno. Algunos niños con mutismo tienen un trastorno concurrente del habla y el lenguaje. Aunque este no es siempre el caso, es una buena idea obtener una evaluación del habla y el lenguaje para descartar trastornos de la comunicación.

Las terapia cognitiva conductual (TCC) es uno de los tratamientos terapéuticos más ampliamente apoyados para el mutismo selectivo. Esta intervención terapéutica ayuda a los niños a involucrarse gradualmente en las situaciones de habla. Para ello, utiliza una amplia variedad de estrategias dirigidas a reducir la ansiedad que subyace en ese comportamiento.

Una de las técnicas que se utiliza, por ejemplo, es la desensibilización. En ella, los niños son expuestos de manera gradual a esas situaciones que les generan ansiedad. Mediante el apoyo emocional del terapeuta, y la utilización de ciertos ejercicios de relajación; el niño aprende a trabajar con esas situaciones.

Otros aspectos importantes en el tratamiento se vinculan con la enseñanza de habilidades sociales para que el niño pueda aprender a interactuar y reducir su ansiedad; y el trabajo para la construcción de su autoestima a través de la terapia.

 

Bibliografía

 

 

Red de psicólogos y profesionales de la salud mental, en la ciudad de Córdoba Argentina, dedicados a brindar diferentes servicios.

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