Duelo patológico ¿Qué es y cómo superarlo?

El duelo es un proceso de adaptación emocional ante una pérdida significativa. Implica la adaptación a una nueva realidad. Hablamos de duelo patológico cuando las reacciones emocionales:

  • Se prolongan en el tiempo (por más de un año)
  • Producen síntomas inhabituales (como alucinaciones, pensamientos suicidas e ideas delirantes)

Los duelos pueden darse por el fallecimiento de una persona allegada, de un animal como por la ruptura de una relación, un vínculo, o inclusive un puesto de trabajo. El duelo es un proceso natural que permite la readaptación de las personas a una nueva realidad pero este proceso por diversos factores puede detenerse o producirse de manera problemática, lo que se denomina “duelo patológico”. En este artículo te contaremos: ¿Qué es un duelo? ¿Cuándo y por qué se vuelve patológico? Sus etapas y cómo superarlo. Continua leyendo!

¿Qué es un duelo?

Un duelo puede definirse como un proceso que involucra manifestaciones físicas, emocionales y sociales que se desencadenan tras una pérdida. El proceso de duelo supone una reacción adaptativa ante la muerte o pérdida de un ser querido, que obliga al sujeto afectado a rehacer su vida desde una perspectiva diferente. En realidad, el duelo es el proceso de asimilar una pérdida (Pérez Cuesta y Nicuesa, 1999). Este proceso se desencadena de manera natural, en el cual las personas despliegan distintos recursos para sobreponerse a la ausencia, como parte del instinto de supervivencia.

Todas las personas reaccionan de manera distinta ante las pérdidas, no existe una pauta sobre cómo debe manifestarse el dolor.

Al mismo tiempo, existen variaciones en una misma persona ante las distintas pérdidas experimentadas. Como cada vínculo humano es único e irrepetible, las personas vivencian duelos distintos para cada allegado fallecido o ausente. Las respuestas adaptativas puestas en marcha tras la perdida de un ser querido pueden variar mucho de unos casos a otros.

Es importante destacar que los duelos son procesos psicológicos normales, no psicopatológicos, dado que la muerte forma parte de la vida y la vida no es una enfermedad.

Tener un estado de tristeza es una reacción emocional esperable, lo cual no debe confundirse con depresión, que es cuando se está ante un cuadro clínico. 

Sin embargo, durante el proceso puede tomar lugar un trastorno psicopatológico cuando la persona experimenta un sufrimiento insoportable, se encuentra clínicamente deprimida y no cuenta con recursos psicológicos suficientes o sus estrategias de afrontamiento son erróneas. Se presenta una incapacidad para adaptarse a la nueva situación planteada tras la pérdida. Es entonces cuando se considera que esa persona atraviesa un duelo patológico y necesita ayuda externa para salir adelante y readaptarse a la vida cotidiana (Echeburúa y Herrán Boix).

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Duelo “normal”

Mujer triste por duelo

Se considera que el duelo es normal cuando la persona presenta ciertas manifestaciones y reacciones emocionales que tras un tiempo merman y es posible continuar con la vida habitual sin inconvenientes. Esto no significa la ausencia de dolor ante la pérdida, pero las personas logran desarrollar, de manera natural o con ayuda profesional, ciertas herramientas psicológicas que les permiten sobreponerse ante la pérdida y continuar con sus rutinas diarias sin sufrir.

En la mayoría de los duelos hay tristeza y ansiedad, junto con el temor a afrontar la soledad. A veces estas emociones van acompañadas del sentimiento de culpa, tanto por no haber hecho lo suficiente para evitar la muerte como por sentir alivio (en los casos de una enfermedad prolongada con necesidad de asistencia constante).

Es frecuente en un duelo normal que la persona experimente deseos de aislarse del mundo exterior y que procure evitar toda situación que pueda hacerle recordar a la persona ausente. Puede haber desinterés por el trabajo, por la vida social y por las relaciones de pareja. Se produce una profunda apatía y desinterés por el afuera. Según Echeburúa y Herrán Boix, la intensidad de estos síntomas depende de la personalidad del sujeto, de la intensidad del lazo que le unía al fallecido y de las circunstancias de la pérdida, entre otros aspectos. Lo normal y esperable, cuando se utilizan unas estrategias de afrontamiento positivas es una que estos síntomas o emociones negativas remitan paulatinamente en un plazo de 6 meses a un año.

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Etapas del duelo

De acuerdo al modelo descrito por la Dra. Elisabeth Kübler-Ross, existen cinco etapas del duelo.

  1. Negación: «Me siento bien», «esto no me puede estar pasando, no a mí». La persona es incapaz de aceptar la pérdida. Desconexión con la realidad.
  1. Ira: «¡¿cómo me puede estar pasando esto a mí?!». Sensaciones de desesperación e injusticia.
  1. Negociación: «haré cualquier cosa por un par de años más». Etapa en la cual la persona debe lidiar entre la resistencia y la aceptación. Reina la esperanza que de alguna manera se puede retrasar o posponer la muerte.
  1. Depresión: «Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?». Episodios de tristeza y desconexión. Es cuando las personas están invadidas por el dolor.
  1. Aceptación: «Esto tiene que pasar » No significa que no haya dolor por la pérdida pero hay una reincorporación progresiva a las actividades de la vida diaria.

Se considera que el periodo habitual de duración de un duelo es de seis meses a un año. Si bien cada persona es distinta y lleva a cabo sus procesos en distintos tiempos, se aconseja buscar ayuda profesional si a partir de los seis meses la persona sigue inmersa en la etapa de dolor emocional.

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¿Cuándo el duelo es patológico?

Según Freud, los duelos pueden catalogarse como reacciones naturales frente a las pérdidas. En la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente conforme transcurre el tiempo y la persona utiliza los recursos psicológicos para adaptarse a vivir sin lo perdido. 

Sin embargo, existen casos en que las reacciones iniciales se acentúan y se prolongan a lo largo de los años. En estos casos, pueden resultar autolimitadoras para quienes las padecen y desencadenar alteraciones físicas o mentales, que en algunos casos pueden aumentar la probabilidad de morbilidad y mortalidad en determinados tipos de poblaciones.

Los duelos patológicos se producen cuando las reacciones emocionales son muy intensas e impiden el funcionamiento de la vida cotidiana. Suelen prolongarse en el tiempo (más de un año) y se pueden producir síntomas inhabituales (como alucinaciones, escuchar voces, pensamientos suicidas e ideas delirantes). También puede ocurrir lo que se conoce como “pena mórbida”, que sucede cuando el duelo se intensifica de tal manera que la persona niega la pérdida, se desborda e incurre en conductas desadaptativas, permaneciendo por tiempo inacabado en ese estado, sin mostrar avances en la superación del duelo.

Síntomas del duelo patológico

Estos síntomas pueden producirse durante un proceso de duelo «normal» pero por la cantidad, intensidad y prolongación en el tiempo estos pueden convertirse en características del duelo patológico y estas son:

  • Autorreproches (como considerar no haber hecho lo suficiente para impedir la muerte del fallecido).
  • Pensamientos de muerte persistentes.
  • Irritabilidad inhabitual contra terceros.
  • Aislamiento social.
  • Falta de cuidado personal.
  • Enlentecimiento psicomotor.
  • Trastornos del sueño.
  • Trastornos del apetito.
  • Fatiga.
  • Dolores musculares.
  • Conductas hipocondríacas.
  • Estreñimiento.
  • Cefaleas.
  • Sentimiento de desesperanza e ira.

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Características del duelo según el tipo de pérdida

La evolución de un duelo normal a un duelo patológico depende de diversos factores, como la personalidad de la persona que lo transita y el apoyo familiar y social recibido. Pero también resultan claves tres aspectos fundamentales: la vinculación con la persona fallecida, el tipo de muerte y las circunstancias que rodean la pérdida.

Vinculación con la persona fallecida

Las muertes que pueden ocasionar mayor impacto son las referidas a las personas más próximas al entorno familiar o de relación: un hijo, la pareja, un padre, un hermano, etcétera.

La pérdida de un familiar o persona muy cercana provocan mucho dolor y cuadros de estrés, sobre todo si son muertes imprevistas. Suele ser muy difícil llegar a la etapa de aceptación en estos casos, sobre todo si se trata de la muerte de un hijo, considerado un acontecimiento antinatural ya que produce una inversión del ciclo biológico normal. Al estrés ocasionado por la muerte de un hijo se lo denomina “el fantasma de la habitación vacía”.

El dolor y desesperación que ocasiona esta pérdida se reactiva en fechas especiales como cumpleaños.

También la pérdida de una pareja supone un choque emocional muy profundo. Sobre todo en los casos de una dependencia emocional o económica. Implican una readaptación emocional denominada por Alper y Liberman (2001) como “el síndrome del corazón roto”.

Tipo de muerte

Ciertos tipos de muertes pueden requerir de un refuerzo emocional adicional para transitar el duelo. Tal es el caso de las muertes súbitas e inesperadas, los homicidios, los suicidios, las muertes por catástrofes y las muertes múltiples.

De acuerdo a la licenciada en psicología Vanesa Vedia Domingo “cuando la muerte se produce tras largas enfermedades y el cuidador principal ha sido una única persona, el superviviente se siente vacío tras el fallecimiento. También hay dificultades cuando la pérdida es incierta (Ej. un soldado en acto de servicio no se sabe si está vivo o muerto) y cuando hay pérdidas múltiples (Ej.: terremotos, incendios, suicidios en masa)”:

Por otra parte, suelen ser más difíciles de resolver los duelos en casos de muertes que involucran violencia. Por ejemplo, cuando una hija muere luego de ser asesinada y violada se produce una doble victimización, que se profundiza si el agresor sigue en libertad o no es encontrado. También en el caso que los cuerpos de las víctimas no hayan sido hallados.

Factores circunstanciales

Los factores circunstanciales y contextuales también influyen profundamente en el tipo de duelo y su prolongación. Algunos de estos factores pueden ser si la persona que experiencia el duelo presenta antecedentes psiquiátricos previos, si hay discapacidad física, baja autoestima o dificultad para manifestar emociones.

El apoyo social y familiar constituye otro factor fundamental. Si la red social de soporte no es adecuada o es insuficiente o si se produce una negación social de la pérdida, esto refuerza la sensación de malestar de quien transita el duelo.

También la situación socioeconómica, el desempleo y el aislamiento constituyen aspectos claves a considerar en la vivencia de un duelo.

Duelo complicado o patológico en las clasificaciones psiquiátricas

De acuerdo a la investigación de la licenciada Vedia Domingo, “en el DSM IV no se diagnosticaba trastorno depresivo mayor si existían síntomas depresivos que duraban menos de dos meses tras la muerte de un ser querido. Se ha quitado esta exclusión por duelo del DSM V por varios motivos.

  • Primero para eliminar la idea de que el duelo dura solo dos meses, cuando la mayor parte de profesionales reconocen que la duración del duelo suele ser de 1-2 años.
  • Segundo, porque se reconoce que el duelo es un estresor psicosocial grave que puede precipitar un episodio depresivo mayor en un individuovulnerable, generalmente poco después de la pérdida.
  • Tercero, la depresión mayor relacionada con el duelo es más probable que ocurra en individuos con historial personal o familiar de episodios depresivos”.

Aunque la mayor parte de las personas transita un duelo sin desarrollar un trastorno depresivo mayor, la evidencia respalda que sea incluido como uno de los estresores que puede precipitar un episodio depresivo mayor. La CIE-10 emplea el código Z63.4 para referirse al duelo normal y el epígrafe de los trastornos de adaptación F.43, para el duelo patológico.

¿Cómo superar el duelo patológico?

En la mayoría de los casos los duelos se pueden resolver sin intervención o acompañamiento profesional. Sin embargo, ante la presencia de factores de riesgo de duelo complicado o patológico es recomendable buscar ayuda psicológica.

El o la profesional llevará a cabo tareas de acompañamiento, a través de las cuales ofrecerá a los dolientes seguridad y ayuda para comprender los procesos en torno a la muerte.

Algunas de estas intervenciones serán:

  • Facilitar la expresión de sentimientos.
  • Proporcionar información a la familia.
  • Valorar los factores de riesgo patológico y actuar sobre ellos para prevenir complicaciones.
  • Disminuir la sensación de impotencia y aumentar la sensación de control.

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